viernes, 29 de marzo de 2013

Reflexiones sobre la sociedad patriarcal II

o los valores asociados a la vida



¿Una utopía?

En el artículo anterior hablé de la necesidad de una revolución individual y social con la intención de construir una sociedad basada en los valores asociados a la VIDA tales como el cuidado, la cooperación, la ayuda mutua y formas de organización sin jerarquías. Cuando digo vida me refiero no solo a la vida física, sino también a la vida emocional, a la salud física y psíquica, al bienestar y a la integridad de las personas. Viendo el funcionamiento de nuestra sociedad actual en la que prevalecen valores completamente opuestos a los nombrados, lo primero que piensan muchas personas es que todo esto sería muy bonito, pero que se trata de una utopía, de algo imposible de llevar a la práctica.

“El concepto utopía se refiere a la representación de un mundo idealizado que se presenta como alternativo al mundo realmente existente, mediante una crítica de este.” (1) Asimismo, las utopías cumplen varias funciones entre las cuales me parecen especialmente importantes la función valorativa y la función crítica. “…a lo largo de la historia del pensamiento se les han atribuido (a las utopías) funciones que van más allá del simple entretenimiento.
·                    Función orientadora. Las utopías consiste, básicamente, en la descripción de una sociedad imaginaria y perfecta. Y, aunque para muchos pensadores la realización completa de este sistema sea imposible, algunos de los procedimientos que se describen pueden aplicarse a posibles reformas y orientar la tarea organizadora de los políticos. Aunque la utopía en su conjunto pueda verse como un sueño inalcanzable, para algunos sería útil en orden a señalar la dirección que deben tomar las reformas políticas en un Estado concreto.
·                    Función valorativa. Aunque las utopías son obras de un autor determinado, a menudo se reflejan en ellas los sueños e inquietudes de la sociedad en la que el autor vive. Por esta razón, permiten reconocer los valores fundamentales de una comunidad en un momento concreto y, también, los obstáculos que éstos encuentran a la hora de materializarse. Por ello, para muchos autores, las utopías no sirven tanto para construir mundos ideales como para comprender mejor el mundo en el que vivimos.
·                    Función crítica. Al comparar el Estado ideal con el real, se advierten las limitaciones de este último y las cotas de justicia y bienestar social que aún le restan por alcanzar. De hecho, la utopía está construida a partir de elementos del presente, ya sea para evitarlos (desigualdades, injusticias…) o para potenciarlos (adelantos técnicos, libertades…). Por eso, supone una sutil pero eficaz crítica contra las injusticias y desigualdades evidentes tras la comparación. Incluso si consideramos que la sociedad utópica es un disparate irrealizable, nos presenta el desafío de explicar por qué no tenemos al menos sus virtudes.” (1) 

Si en la Edad Media alguien le hubiera explicado a una persona que podrían existir sociedades democráticas hubiera dicho: “¡imposible, es una utopía!”. Si durante la época de esclavitud en Norte América a un esclavo le hubieran dicho que existiría una sociedad en la que los esclavos serían hombres libres hubiera dicho: “¡imposible, es una utopía!”.

Siempre ha habido hombres y mujeres que han luchado por sus ideales, por cambiar lo que no funciona en una sociedad. A veces, ni siquiera llegaron a ver los resultados de su lucha, pero las siguientes generaciones pudieron disfrutar de ellos.

Si observamos los valores que rigen nuestra sociedad actual (competitividad, individualismo, la razón) vemos claramente como nos pueden llevar a la destrucción. Si seguimos así acabaremos con nuestra vida y con la vida en nuestro planeta (véase artículo anterior). Refugiarse en la excusa de la utopía, de la imposibilidad del cambio es rendirse a la muerte, a la destrucción y a la pasividad.

Teoría General de Sistemas

El momento imperante de crisis es una gran oportunidad para impulsar estos cambios. En el paradigma actual (marco teórico o conjunto de teorías) hay una metateoría (teoría de teorías) que nos abre muchas esperanzas a poder convertir la “utopía” en realidad. Se trata de la Teoría General de Sistemas (TGS) creada por el biólogo Ludwig von Bertalanffy. Básicamente, nos dice que un sistema es un objeto compuesto cuyos componentes se relacionan con al menos algún otro componente. Un sistema puede ser material (una célula, sistema respiratorio, aparato psíquico de una persona, el sistema emocional, cada ser humano en sí, el ecosistema, etc.) o conceptual (la familia, el sistema educativo, el sistema económico, el sistema de valores, etc.).

Sería muy largo entrar aquí en los detalles de esta teoría y las demás teorías asociadas a ésta, pero en resumen y explicándolo de forma muy simplificada, hay que llegar a comprender que absolutamente todo está relacionado con todo y como todo está en relación y contacto con todo lo demás, si cambiamos un componente de un sistema o todo un sistema, éste influye y cambia los demás sistemas que están en contacto con él. Y como los demás sistemas, a su vez, están en contacto con otros, éstos también cambian y, por lo tanto, el cambio se puede extender y amplificar.

Esta teoría implica que tenemos que transformar radicalmente nuestra manera de pensar. Ya no podemos pensar de forma lineal (tal cosa provoca tal otro efecto) sino tenemos que pensar de forma “circular” o, considerando la evolución, en “espiral”. Es decir, tales causas (diversas y variadas) provocan múltiples efectos o tal efecto tiene múltiples causas y otros efectos varios. Cuanto más complejo es un sistema, más difícil, o incluso imposible, se hace conocer todas las causas o todos los efectos, pero sí es posible elegir la dirección hacia la que nos queremos mover.

Si volvemos a la idea de los sistemas de valores no podemos comprender todos los efectos que causa por ejemplo el valor de la competitividad en una persona, en una familia o en toda una sociedad, pero sí que podemos observar algunos de los efectos que genera: por ejemplo, en alguna persona podría causar euforia cuando consigue un objetivo, en otra podría causar alguna enfermedad física o psíquica si fracasa, en una familia puede causar la sensación de vivir constantemente bajo presión y exigencia, la cual pasarían automáticamente a sus hijos (tener un buen nivel de estudios, un trabajo estable, ingresos suficientes, etc.) y toda una sociedad se puede establecer en una fuerte jerarquía montada en el poder y dispuesta a destruir todo lo que podría suponer un obstáculo para conseguir cualquiera de los objetivos establecidos.

Si nos imaginamos una sociedad basada en los valores asociados a la VIDA, fijándonos por ejemplo en el valor de la cooperación, en una persona que quiera conseguir un objetivo, uno de los posibles efectos sería la tranquilidad porque intentaría alcanzarlo con la ayuda de varias personas más que tengan el mismo objetivo. Tanto si fracasan como si tienen éxito podrán contar con el apoyo de los compañeros para darse consuelo o para alegrarse conjuntamente. En una familia esto significaría también tranquilidad y seguridad para todos los miembros. El primer objetivo ya no sería el rendimiento intelectual o laboral sino la felicidad, sobre todo en la crianza de los hijos. Lo más importante sería que éstos puedan sentirse apoyados en cualquiera de sus necesidades básicas. Si pensamos en una sociedad que se construye sobre estos valores ya no podríamos encontrar jerarquías ni un funcionamiento global. La estructura tendría que ser de pequeñas comunidades asambleareas en intercambio constante con otras comunidades y ningún objetivo que se pueda querer alcanzar en dichas comunidades se podría dirigir en contra de la vida de las personas o del planeta. No podría haber destrucción.

Volviendo a la TGS, estos cambios podrían darse en muchos sistemas simultáneamente, pero el primer cambio profundo se tiene que dar en las personas. Nos han criado en un sistema jerárquico de poder y sumisión. Todos, algunos más que otros, hemos experimentado situaciones de desprotección, abandono, abuso de poder y castración de nuestra capacidad de acción desde el momento de la concepción hasta el momento actual de nuestras vidas por parte de “la autoridad”. Ésta está representada por nuestros padres en primer lugar, pero también por otros familiares,  educadores, maestros, médicos, jueces, jefes, banqueros, políticos, etc. ¿Cómo vamos a poder crear una sociedad igualitaria y sin jerarquías si las personas que queremos cambiarla aún no tenemos resueltos nuestros temas con la autoridad y el poder?
Que cada uno se pregunte cómo lleva el tema de las relaciones de poder: ¿tienes conflictos con la autoridad, te enfrentas a ella sintiendo mucha agresividad?, ¿de lo contrario, la autoridad te impone y sientes que te sometes a ella?, ¿te gustaría tener un puesto de más poder? Y si lo tienes ¿cómo tratas a los que están debajo de ti? ¿Cómo tratas a tus hijos: les impones castigos (lo cual sería un abuso de poder porque sólo se puede castigar a quien está en una posición inferior) o, de lo contrario, ni les pones límites (con lo cual no abusas del poder, pero les dejas sin referencias)? ¿En un grupo o con los amigos, qué tal llevas que alguien no tenga tu misma opinión? ¿Te sientes rechazad@ o herid@? ¿Qué haces cuando alguien te agrede o es desagradable contigo? ¿Te guardas tu enfado dentro? ¿Si puedes se lo devuelves? Éstas y muchas otras situaciones en nuestro día a día nos pueden indicar cómo nos relacionamos con la jerarquía, la autoridad y el poder; si estamos más bien en la represión o en la sumisión. Pero en ninguno de estos casos, siendo sinceros con nosotr@s mism@s, podemos considerar que tengamos este tema resuelto. Si queremos mejorar nuestra sociedad y nuestra manera de convivir tenemos que empezar por cambiar nosotr@s mism@s profundamente y, sobre todo, tenemos que corregir la manera de educar a nuestr@s hij@s, para no criar la siguiente generación de “adictos al poder”.

La historia de la humanidad está llena de personas revolucionarias con muy buenas ideas y aún mejores intenciones, que después de conseguir sus objetivos, poco a poco volvían a establecer otra vez una sociedad jerarquizada, autoritaria y represora. A veces, cambiaba el sistema político, por ejemplo, se pasaba de una dictadura o una monarquía a una democracia, pero la manera jerárquica de represión, abuso de poder y sumisión en las relaciones de las personas no cambiaba. Aquí puede servir como ejemplo la Revolución Francesa. A pesar de su lema deliberté, égalité, fraternité”, esto no se consiguió. Aunque se obtuvieron mejoras, se restablecieron de nuevo jerarquías basadas en el poder y la sumisión. El comunismo fue otro intento fallido. En este caso incluso se pensaba en darle a la mujer el mismo estatus que al hombre, puesto que al eliminar las clases sociales la opresión de la mujer no hubiera tenido ningún sentido. Pero en la práctica esto tampoco funcionó porque también en esta “sociedad sin clases” había abusos de poder, jerarquías, represión y sumisión.

Entonces, ¿qué es lo que falla si a pesar de las buenas intenciones esto no se consigue? Para mí, está claro que el error es que las personas impulsoras de estos cambios no saben como manejarse con el poder, con su agresividad y con sus miedos. De entrada, una revolución que pretende crear una sociedad igualitaria jamás debe ser violenta. La violencia es el peor punto de partida para construir una sociedad pacífica que proteja la vida. Las personas que utilizan la violencia y la destrucción para conseguir sus objetivos, por muy loables que estos sean, tienen forzosamente un problema con el poder. Cuando estas personas luego tengan la ocasión impondrán sus ideas a la fuerza, sin respetar a los demás, es decir, sin respetar sus derechos y por ello, sin respetar la vida.

Viendo todo esto parece realmente imposible conseguir una sociedad basada en los valores asociados a la vida. ¿Al final todo esto es una utopía? Yo creo que no. Dentro de la TGS, está la teoría de la bifurcación que habla del cambio cualitativo de la estructura de un sistema dinámico: Se trata de poner el sistema en crisis (el nuestro ya está en crisis) a través de fuerzas que actúan sobre la estructura. Esto genera una situación inestable que crea puntos de bifurcación dentro del sistema que facilitan el cambio cualitativo de la estructura (de jerárquica a igualitaria).  Si esto lo trasladamos a la situación de nuestra sociedad (sistema) patriarcal - jerárquica (estructura) las fuerzas que pueden poner la estructura en crisis y crear puntos de bifurcación son todo tipo de situaciones creadas por las personas que están dentro del sistema. Por ejemplo, la banca ética, el movimiento del 15M, algunas cooperativas que funcionan con moneda propia o trueque, bancos de tiempo, cooperativas de salud, cooperativas de agricultura local y ecológica, escuelas de educación libre, etc. Si estas personas u organizaciones volvieran a caer en situaciones de jerarquía y poder, ya no serían una fuerza capaz de poner la estructura actual en crisis porque su fuerza se sumaría a la ya existente. Si en cambio, cada vez hubieran más personas que se quisieran unir a estos movimientos asambleareos e igualitarios, entonces podrían crear un punto de bifurcación que generaría el cambio cualitativo deseado de la estructura hacia una sociedad que respetara la VIDA. Diciéndolo de otra manera, se pretende crear algo nuevo en lugar de luchar contra lo establecido para destruirlo. Se trata de crear dentro de nuestra sociedad un movimiento paralelo, cuanto más independiente del funcionamiento establecido mejor. Un movimiento (una fuerza) que sea capaz de funcionar con su propia economía, su propio sistema educativo, su propio sistema sanitario, sus propios valores, etc. Cuanto más funcionen estas estructuras, más personas querrán participar y menos se dependerá de las estructuras jerárquicas y obsoletas.

Referencias en el texto:


Bibliografía:

-          Capra, Fritjof. “La trama de la vida”, ed.: Anagrama, 1998, Barcelona
-          Costa, Marc. “Apuntes de formación en Integración Psico-Corporal”, Barcelona, 1999-2006
-          Eisler, Riana. “El cáliz y la espada”, Editorial Cuatro Vientos, 1990, Santiago de Chile
-          Hüther, Gerald. „Männer“, ed. Vandenhoeck & Ruprecht GMBH, 2009, Gotinga
-          Massó Guijarro, Ester (Instituto de Filosofía -CSIC) “La lactancia materna como catalizador de revolución social feminista (o apretando las clavijas al feminismo patriarcal): calostro, cuerpo y cuidado.” Comunicación presentada en el XLVIII Congreso de Filosofía Joven: “Filosofías subterráneas”, Donostia-San Sebastián, 4-6 mayo 2011
-          Naranjo, Claudio. “La mente patriarcal“, ed. RBA libros, 2010, Barcelona
-          Reichert, Evânia. “La paz en el mundo empieza en el vientre de la madre”, La Vanguardia, La Contra 18.05.2011
-          Rodrigañez, Casilda. “El asalto al hades” 2ª reimpresión, 2004, Alicante
-          Rodrigañez, Casilda y Cachafeiro, Ana. “La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente”, ed. Virus, 2005, Barecelona

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