Reflexiones sobre la sociedad patriarcal II
o los valores asociados a la vida
¿Una utopía?
En el artículo anterior hablé de la
necesidad de una revolución individual y social con la intención de construir
una sociedad basada en los valores asociados a la VIDA tales como el cuidado,
la cooperación, la ayuda mutua y formas de organización sin jerarquías. Cuando
digo vida me refiero no solo a la vida física, sino también a la vida
emocional, a la salud física y psíquica, al bienestar y a la integridad de las
personas. Viendo el funcionamiento de nuestra sociedad actual en la que
prevalecen valores completamente opuestos a los nombrados, lo primero que
piensan muchas personas es que todo esto sería muy bonito, pero que se trata de
una utopía, de algo imposible de llevar a la práctica.
“El
concepto utopía se refiere a la representación de un
mundo idealizado que se presenta como alternativo al mundo realmente existente,
mediante una crítica de este.” (1) Asimismo, las utopías cumplen varias
funciones entre las cuales me parecen especialmente importantes la función
valorativa y la función crítica. “…a lo largo de la historia del pensamiento se
les han atribuido (a las utopías) funciones que van más allá del simple
entretenimiento.
·
Función orientadora. Las utopías consiste,
básicamente, en la descripción de una sociedad imaginaria y perfecta. Y, aunque
para muchos pensadores la realización completa de este sistema sea imposible,
algunos de los procedimientos que se describen pueden aplicarse a posibles
reformas y orientar la tarea organizadora de los políticos. Aunque la utopía en
su conjunto pueda verse como un sueño inalcanzable, para algunos sería útil en
orden a señalar la dirección que deben tomar las reformas políticas en un
Estado concreto.
·
Función valorativa. Aunque las utopías son
obras de un autor determinado, a menudo se reflejan en ellas los sueños e
inquietudes de la sociedad en la que el autor vive. Por esta razón, permiten
reconocer los valores fundamentales de una comunidad en un momento concreto y,
también, los obstáculos que éstos encuentran a la hora de materializarse. Por
ello, para muchos autores, las utopías no sirven tanto para construir mundos
ideales como para comprender mejor el mundo en el que vivimos.
·
Función crítica. Al comparar el Estado ideal
con el real, se advierten las limitaciones de este último y las cotas de
justicia y bienestar social que aún le restan por alcanzar. De hecho, la utopía
está construida a partir de elementos del presente, ya sea para evitarlos
(desigualdades, injusticias…) o para potenciarlos (adelantos técnicos,
libertades…). Por eso, supone una sutil pero eficaz crítica contra las
injusticias y desigualdades evidentes tras la comparación. Incluso si
consideramos que la sociedad utópica es un disparate irrealizable, nos presenta
el desafío de explicar por qué no tenemos al menos sus virtudes.” (1)
Si en la
Edad Media alguien le hubiera explicado a
una persona que podrían existir sociedades democráticas hubiera dicho:
“¡imposible, es una utopía!”. Si durante la época de esclavitud en Norte
América a un esclavo le hubieran dicho que existiría una sociedad en la que los
esclavos serían hombres libres hubiera dicho: “¡imposible, es una utopía!”.
Siempre ha habido hombres y mujeres
que han luchado por sus ideales, por cambiar lo que no funciona en una
sociedad. A veces, ni siquiera llegaron a ver los resultados de su lucha, pero
las siguientes generaciones pudieron disfrutar de ellos.
Si observamos los valores que rigen
nuestra sociedad actual (competitividad, individualismo, la razón) vemos
claramente como nos pueden llevar a la destrucción. Si seguimos así acabaremos
con nuestra vida y con la vida en nuestro planeta (véase artículo anterior).
Refugiarse en la excusa de la utopía, de la imposibilidad del cambio es
rendirse a la muerte, a la destrucción y a la pasividad.
Teoría General de Sistemas
El momento imperante de crisis es una
gran oportunidad para impulsar estos cambios. En el paradigma actual (marco
teórico o conjunto de teorías) hay una metateoría (teoría de teorías) que nos
abre muchas esperanzas a poder convertir la “utopía” en realidad. Se trata de la Teoría General de Sistemas
(TGS) creada por el biólogo Ludwig von Bertalanffy. Básicamente, nos dice que
un sistema es un objeto compuesto cuyos componentes se relacionan con al
menos algún otro componente. Un sistema puede ser material (una célula, sistema
respiratorio, aparato psíquico de una persona, el sistema emocional, cada ser
humano en sí, el ecosistema, etc.) o conceptual (la familia, el sistema
educativo, el sistema económico, el sistema de valores, etc.).
Sería muy largo entrar aquí en los
detalles de esta teoría y las demás teorías asociadas a ésta, pero en resumen y
explicándolo de forma muy simplificada, hay que llegar a comprender que
absolutamente todo está relacionado con todo y como todo está en relación y
contacto con todo lo demás, si cambiamos un componente de un sistema o todo un
sistema, éste influye y cambia los demás sistemas que están en contacto con él.
Y como los demás sistemas, a su vez, están en contacto con otros, éstos también
cambian y, por lo tanto, el cambio se puede extender y amplificar.
Esta teoría implica que tenemos que transformar
radicalmente nuestra manera de pensar. Ya no podemos pensar de forma lineal
(tal cosa provoca tal otro efecto) sino tenemos que pensar de forma “circular”
o, considerando la evolución, en “espiral”. Es decir, tales causas (diversas y variadas)
provocan múltiples efectos o tal efecto tiene múltiples causas y otros efectos
varios. Cuanto más complejo es un sistema, más difícil, o incluso imposible, se
hace conocer todas las causas o todos los efectos, pero sí es posible elegir la
dirección hacia la que nos queremos mover.
Si volvemos a la idea de los sistemas
de valores no podemos comprender todos los efectos que causa por ejemplo el
valor de la competitividad en una persona, en una familia o en toda una
sociedad, pero sí que podemos observar algunos de los efectos que genera: por
ejemplo, en alguna persona podría causar euforia cuando consigue un objetivo,
en otra podría causar alguna enfermedad física o psíquica si fracasa, en una
familia puede causar la sensación de vivir constantemente bajo presión y
exigencia, la cual pasarían automáticamente a sus hijos (tener un buen nivel de
estudios, un trabajo estable, ingresos suficientes, etc.) y toda una sociedad
se puede establecer en una fuerte jerarquía montada en el poder y dispuesta a
destruir todo lo que podría suponer un obstáculo para conseguir cualquiera de
los objetivos establecidos.
Si nos imaginamos una sociedad basada
en los valores asociados a la
VIDA , fijándonos por ejemplo en el valor de la cooperación,
en una persona que quiera conseguir un objetivo, uno de los posibles efectos
sería la tranquilidad porque intentaría alcanzarlo con la ayuda de varias
personas más que tengan el mismo objetivo. Tanto si fracasan como si tienen
éxito podrán contar con el apoyo de los compañeros para darse consuelo o para
alegrarse conjuntamente. En una familia esto significaría también tranquilidad
y seguridad para todos los miembros. El primer objetivo ya no sería el
rendimiento intelectual o laboral sino la felicidad, sobre todo en la crianza
de los hijos. Lo más importante sería que éstos puedan sentirse apoyados en
cualquiera de sus necesidades básicas. Si pensamos en una sociedad que se construye
sobre estos valores ya no podríamos encontrar jerarquías ni un funcionamiento
global. La estructura tendría que ser de pequeñas comunidades asambleareas en
intercambio constante con otras comunidades y ningún objetivo que se pueda
querer alcanzar en dichas comunidades se podría dirigir en contra de la vida de
las personas o del planeta. No podría haber destrucción.
Volviendo a la TGS , estos cambios podrían
darse en muchos sistemas simultáneamente, pero el primer cambio profundo se
tiene que dar en las personas. Nos han criado en un sistema jerárquico de poder
y sumisión. Todos, algunos más que otros, hemos experimentado situaciones de
desprotección, abandono, abuso de poder y castración de nuestra capacidad de
acción desde el momento de la concepción hasta el momento actual de nuestras
vidas por parte de “la autoridad”. Ésta está representada por nuestros padres
en primer lugar, pero también por otros familiares, educadores, maestros, médicos, jueces, jefes,
banqueros, políticos, etc. ¿Cómo vamos a poder crear una sociedad igualitaria y
sin jerarquías si las personas que queremos cambiarla aún no tenemos resueltos
nuestros temas con la autoridad y el poder?
Que cada uno se pregunte cómo lleva el
tema de las relaciones de poder: ¿tienes conflictos con la autoridad, te
enfrentas a ella sintiendo mucha agresividad?, ¿de lo contrario, la autoridad
te impone y sientes que te sometes a ella?, ¿te gustaría tener un puesto de más
poder? Y si lo tienes ¿cómo tratas a los que están debajo de ti? ¿Cómo tratas a
tus hijos: les impones castigos (lo cual sería un abuso de poder porque sólo se
puede castigar a quien está en una posición inferior) o, de lo contrario, ni
les pones límites (con lo cual no abusas del poder, pero les dejas sin
referencias)? ¿En un grupo o con los amigos, qué tal llevas que alguien no
tenga tu misma opinión? ¿Te sientes rechazad@ o herid@? ¿Qué haces cuando
alguien te agrede o es desagradable contigo? ¿Te guardas tu enfado dentro? ¿Si
puedes se lo devuelves? Éstas y muchas otras situaciones en nuestro día a día
nos pueden indicar cómo nos relacionamos con la jerarquía, la autoridad y el
poder; si estamos más bien en la represión o en la sumisión. Pero en ninguno de
estos casos, siendo sinceros con nosotr@s mism@s, podemos considerar que
tengamos este tema resuelto. Si queremos mejorar nuestra sociedad y nuestra
manera de convivir tenemos que empezar por cambiar nosotr@s mism@s
profundamente y, sobre todo, tenemos que corregir la manera de educar a
nuestr@s hij@s, para no criar la siguiente generación de “adictos al poder”.
La historia de la humanidad está llena
de personas revolucionarias con muy buenas ideas y aún mejores intenciones, que
después de conseguir sus objetivos, poco a poco volvían a establecer otra vez
una sociedad jerarquizada, autoritaria y represora. A veces, cambiaba el
sistema político, por ejemplo, se pasaba de una dictadura o una monarquía a una
democracia, pero la manera jerárquica de represión, abuso de poder y sumisión
en las relaciones de las personas no cambiaba. Aquí puede servir como ejemplo la Revolución Francesa.
A pesar de su lema de “liberté,
égalité, fraternité”, esto no se consiguió. Aunque se obtuvieron mejoras, se restablecieron
de nuevo jerarquías basadas en el poder y la sumisión. El comunismo fue otro
intento fallido. En este caso incluso se pensaba en darle a la mujer el mismo
estatus que al hombre, puesto que al eliminar las clases sociales la opresión
de la mujer no hubiera tenido ningún sentido. Pero en la práctica esto tampoco
funcionó porque también en esta “sociedad sin clases” había abusos de poder,
jerarquías, represión y sumisión.
Entonces, ¿qué es lo que
falla si a pesar de las buenas intenciones esto no se consigue? Para mí, está
claro que el error es que las personas impulsoras de estos cambios no saben
como manejarse con el poder, con su agresividad y con sus miedos. De entrada,
una revolución que pretende crear una sociedad igualitaria jamás debe ser
violenta. La violencia es el peor punto de partida para construir una sociedad
pacífica que proteja la vida. Las personas que utilizan la violencia y la
destrucción para conseguir sus objetivos, por muy loables que estos sean,
tienen forzosamente un problema con el poder. Cuando estas personas luego tengan
la ocasión impondrán sus ideas a la fuerza, sin respetar a los demás, es decir,
sin respetar sus derechos y por ello, sin respetar la vida.
Viendo todo esto parece
realmente imposible conseguir una sociedad basada en los valores asociados a la
vida. ¿Al final todo esto es una utopía? Yo creo que no. Dentro de la TGS , está la teoría de la
bifurcación que habla del cambio cualitativo de la estructura de un sistema dinámico:
Se trata de poner el sistema en crisis (el nuestro ya está en crisis) a través
de fuerzas que actúan sobre la estructura. Esto genera una situación inestable
que crea puntos de bifurcación dentro del sistema que facilitan el cambio
cualitativo de la estructura (de jerárquica a igualitaria). Si esto lo trasladamos a la situación de
nuestra sociedad (sistema) patriarcal - jerárquica (estructura) las fuerzas que
pueden poner la estructura en crisis y crear puntos de bifurcación son todo
tipo de situaciones creadas por las personas que están dentro del sistema. Por
ejemplo, la banca ética, el movimiento del 15M, algunas cooperativas que
funcionan con moneda propia o trueque, bancos de tiempo, cooperativas de salud,
cooperativas de agricultura local y ecológica, escuelas de educación libre,
etc. Si estas personas u organizaciones volvieran a caer en situaciones de
jerarquía y poder, ya no serían una fuerza capaz de poner la estructura actual
en crisis porque su fuerza se sumaría a la ya existente. Si en cambio, cada vez
hubieran más personas que se quisieran unir a estos movimientos asambleareos e
igualitarios, entonces podrían crear un punto de bifurcación que generaría el
cambio cualitativo deseado de la estructura hacia una sociedad que respetara la VIDA. Diciéndolo de otra
manera, se pretende crear algo nuevo en lugar de luchar contra lo establecido
para destruirlo. Se trata de crear dentro de nuestra sociedad un movimiento
paralelo, cuanto más independiente del funcionamiento establecido mejor. Un movimiento
(una fuerza) que sea capaz de funcionar con su propia economía, su propio
sistema educativo, su propio sistema sanitario, sus propios valores, etc. Cuanto
más funcionen estas estructuras, más personas querrán participar y menos se
dependerá de las estructuras jerárquicas y obsoletas.
Referencias en el texto:
Bibliografía:
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Massó
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-
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Rodrigañez, Casilda y
Cachafeiro, Ana. “La represión del deseo materno y la génesis del estado de
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