Reflexiones sobre una sociedad basada en los valores asociados a la vida III
La
identidad femenina
Este texto forma parte de una serie de
artículos publicados en este blog sobre la sociedad patriarcal que es el sistema
social en el que vivimos y el que sufrimos tanto hombres como mujeres y niñ@s.
Todos, hombres y mujeres de todas las clases sociales, contribuimos a crear y a
mantener este tipo de sociedad en el momento en que aceptamos y transmitimos
sus valores tales como la competitividad, la obediencia a la autoridad, la
jerarquización, las estructuras de poder, la productividad sin contemplaciones
(humanas, ecológicas), la razón, etc. Para más información sobre este tema
puedes consultar las entradas anteriores del blog: http://terapia-psico-corporal.blogspot.com.es/
El sistema de valores es un sistema
conceptual que sólo puede funcionar por convención social. Si la gran mayoría
de la sociedad creara y aceptara otro sistema de valores distinto, cambiaría
radicalmente toda la estructura y todo el funcionamiento social e inter-relacional.
Pero resulta que el sistema de valores
de nuestra sociedad desde el neolítico y la edad antigua hasta hoy en día,
salvo algunas excepciones, está asociado al los valores masculinos. De ahí que
hablamos de la sociedad patriarcal en la que el hombre y sus valores son el
centro, tanto para hombres como para mujeres. Esto explica, por ejemplo, porqué
una mujer que quiera sentirse “realizada” y aceptada en una sociedad patriarcal
tenga que tener carrera y un cargo importante, a la vez que tiene que seguir
siendo mujer, es decir, buena esposa, madre, ama de casa, guapa, perfecta,…tiene
que poder con todo.
Frente a los valores masculinos están
los valores femeninos, tales como la cooperación, la colaboración, el cuidado, la
empatía, la emoción, etc. Para mí, estos son los valores asociados a la
VIDA porque en una sociedad sujeta a ellos no podría
haber ni guerras, ni destrucción o violencia contra ningún ser vivo. Me quiero
distanciar de los términos valores masculinos y femeninos porque, al quedarme
con estas expresiones es como si estuviera diciendo que un hombre, para ser
hombre, tiene que ser competitivo y una mujer, para ser mujer, no debe querer
competir, sino siempre tiene que querer cooperar y cuidar. Quizás, se podría
encontrar una manera de competir cooperando siempre y cuando favorezca la vida.
De todas formas, los valores asociados
a la vida, en nuestra sociedad patriarcal actual no son para nada prioritarios.
Por lo tanto, para mí, la gran pregunta es ¿cómo ser mujer en una sociedad
patriarcal y no morir en el intento? Aunque también podría preguntar ¿quiero
ser una mujer patriarcal? La respuesta a la última pregunta, para mí, es
claramente que no, pero entonces se me abren muchísimas preguntas más: ¿Cómo
somos las mujeres?, ¿qué es la identidad femenina?, ¿existe una sola identidad
femenina?, ¿cuál(es) es(son) su(s) origen(es)?, ¿quién y cómo se transmite?,
¿es posible tener identidad femenina en una sociedad patriarcal?, ¿nos la
transmiten nuestras madres, abuelas, hermanas, tías, amigas? ¿si es así, y si
ellas también se criaron en una sociedad patriarcal, cómo podemos estar seguras
que nos están transmitiendo una identidad femenina auténtica?, ¿puedo conectar
con mi “ser mujer” propio, a pesar de las influencias externas?, ¿si tengo
clara mi identidad femenina, tengo la posibilidad y la capacidad de vivirla o
de realizarme como mujer?, ¿contemplando los valores asociados a la vida, qué
significa realizarme como mujer?, ¿el hecho de vivir en una sociedad patriarcal
me supone un obstáculo para poder sentir y vivir mi identidad femenina?
No quiero responder aquí a todas estas
preguntas porque creo que cada mujer puede encontrar sus propias respuestas y
que éstas dependen en gran medida también de la historia personal, de las
circunstancias y de las vivencias de cada una.
Sólo quiero lanzar aquí algunas ideas
sobre lo que puede significar ser una mujer no patriarcal en una sociedad
patriarcal. Esto en sí mismo es ya casi una contradicción o por lo menos, está
ligado a grandes dificultades.
Quiero dar para ello dos ejemplos: si
una mujer que se identifique con la idea de cooperar y cuidar, tiene un trabajo con
estructura jerárquica, en el que tiene que dar órdenes a otras personas en
contra de lo que estas sientan como bueno, porque su puesto así lo requiere,
sólo tiene dos posibilidades: o mandarles a estas personas que obedezcan, con
lo cual estaría traicionando su identidad femenina no patriarcal, o no
ordenarles nada a los demás en contra de su voluntad, con lo cual estaría
poniendo en juego la “sagrada” productividad y su puesto de trabajo. En un
trabajo con estructura cooperativa esta situación no se daría porque todas las
personas implicadas tomarían las decisiones conjuntamente y siempre a favor de
la vida, sin dañar a nada ni a nadie.
El segundo ejemplo sería el caso de
una mujer que se plantee tener un hijo y sienta que quiera tener un embarazo,
un parto y una crianza respetuosos con la vida y, con ello, con las necesidades vitales de su hij@. Esto, hoy en día, no es imposible, pero
está ligado a grandes dificultades económicas, obstáculos desde el sistema
sanitario convencional, críticas sociales y/o familiares y mucha soledad. Un
niñ@ necesita la presencia y los cuidados de su madre y de su padre, cada uno
con funciones complementarias, aunque muy al inicio de la vida predomina la
importancia de la madre. Una mujer – madre que sienta esta necesidad de su bebé
y considere como parte de su identidad femenina querer darle presencia y
cuidados a su hij@, no podrá dejarlo con cuatro meses en una guardería. Si
tiene que hacerlo igualmente porque las necesidades económicas aprietan y
porque no es una prioridad en una sociedad patriarcal que una madre se pueda
quedar con su hij@ hasta que éste ya no la necesite tanto, esta mujer entrará
en conflicto con su identidad femenina no patriarcal. Este tema de por sí puede
dar para escribir todo un libro o varios, pero aquí sólo quiero dejar claro que
una mujer – madre con identidad femenina en la que predomina la protección de
la vida por encima de la competitividad y la productividad necesitaría todo el
apoyo del mundo a nivel económico, laboral, social, sanitario y familiar.
Necesitaría una “tribu” a su alrededor que la apoye a ella y a su hij@ en cada
momento y en todos los aspectos de la vida.
En este artículo me he querido centrar
en el tema de la mujer. No quiero entrar en la polémica que pone a hombres
contra mujeres porque creo que es una discusión estéril. Estoy bastante segura
que los hombres también sufren mucho bajo el sistema patriarcal y que una
sociedad basada en los valores asociados a la vida nos haría mucho bien a todos
y todas. Por esto, creo que es tan importante que las mujeres sepamos
diferenciar o descubrir cuál es nuestra verdadera identidad, sin dejarnos
confundir por una identidad femenina impuesta desde la sociedad patriarcal con
valores ajenos a nosotras. Cuando las mujeres seamos capaces de creer en
nosotras y de valorar nuestra identidad genuina, tendremos la fuerza creativa
suficiente para dar VIDA en el sentido más amplio de la palabra; desde dar la
vida a un ser humano y criarlo con amor, presencia y respeto, hasta dar vida a
un nuevo sistema social en el que predominen también el amor y el respeto hacia
todo lo vivo.
Bibliografía:
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